Jorge Posada: “La deshumanización y la pérdida de la libertad”

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Forman parte del eje de la vida y el arte del pintor colombiano Jorge Posada

El artista colombiano, Jorge Posada con sus obras en progreso. FB

Carmen Valdivieso Hulbert | New York Hispano | Colaboradora

El tráfico es intenso a las 5 de la tarde de un viernes por el Puente Queensborough que me lleva desde Manhattan hasta Long Island City, donde está situado el estudio del pintor colombiano Jorge Posada.

Al entrar a su taller, me impresiona sobremanera un inmenso cuadro con diversos tonos de rojo, trazos negros y fondos blancos. Es una explosión de color visto desde lejos pero conforme uno se va acercando se aprecia el fino trazo del pincel que ha plasmado cuerpos y rostros que parecen luchar por el mismo espacio. Las imágenes provocan sentimientos encontrados.

“Esta pintura pertenece a una serie, Metamorfosis”, comenta Jorge Posada. “Ya tengo unas cuatro pintadas, tan grandes como ésta y me ha tomado mucho tiempo pintarlas”, acota.

Explica que su pintura Metarmofosis “tiene mucho que ver con el movimiento de la figura humana. Una especie de dosis también de violencia, de erotismo que nos lleva de lo abstracto a lo real. Tiene ciertos elementos abstractos y se va tornando más real. Hay puntos focales donde yo concentro la atención del espectador, pero en realidad es la lucha del ser humano por liberarse de ciertos condicionamientos, no solamente físicos”.

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La Metamorfosis Como Tema Recurrente

Sus primeros trabajos de adolescencia en Medellín, donde creció, fueron sobre “la deshumanización y la opresión de la sociedad y principalmente la pérdida de la libertad”, señala.

En 1976, gana el primer premio nacional de Arte Juvenil, en el Museo de Arte de Antioquía, en Medellín.

“Obtuve un premio nacional con un dibujo en que hablaba de cómo el hombre iba volviéndose máquina. Era una serie de dibujos en que también se volvían animales. Era muy surrealista. Eran dibujos porque era más barato dibujar que pintar, porque el óleo es caro”, recuerda el artista.

“Era una metamorfosis”, le comento.

Le brillan los ojos y agrega, “mira como uno siempre vuelve al origen. En esa época era más la referencia a la máquina, a seres humanos desmembrados y fíjate que los ves también en ésta, mi obra actual”.

“Yo digo que en la obra de un artista siempre hay un punto, un eje que le acompaña durante toda su vida, quiera o no quiera. Es como el núcleo que mueve toda la obra. Eran figuras desmembradas mezcladas con máquinas en un reflejo de la deshumanización del individuo en carboncillo, y ahora mira también pinto figuras desmembradas, pero en óleo sobre acrílico”, destaca.

“Mis dibujos eran el reflejo de la época, sobre todo la pérdida de la libertad, porque mi trabajo siempre ha sido muy político, y algunos no concuerdan conmigo, porque yo siempre he hecho como un comentario social en mi trabajo. Y ese trabajo hablaba de como el ser humano era manejado, manipulado y se volvía como una máquina” añade.

Colombia en esa época estaba manejada por los liberales y los conservadores, “y después llegó la mafia que son los nuevos ricos, más de derecha. Con dinero hecho con el narcotráfico”, recuerda Posada.

En Medellín, Pablo Escobar, es el principal exponente de ese grupo dedicado al tráfico de cocaína, que imperó en Colombia en la década del 80, y que ya había comenzado como a finales de los 70s.

El artista relata que “en Colombia se produce el fenómeno de la marihuana a fines de los 60s y durante gran parte del 70. La invasión de la cocaína comienza a influenciar en la gente joven que comienza a buscar el dinero rápido, entonces la mujer se prostituye y el hombre se vuelve sicario, pero nada de eso se ve reflejada en mi obra en ese momento porque a mí no me interesaba hacer como un comentario preciso, panfletario de lo que estaba pasando. Yo prefiero que la obra lo muestre indirectamente, con la deshumanización”.

El pintor de origen colombiano, Jorge Posada.

Su Niñez en Medellín

Jorge Posada era muy niño cuando empezó a dibujar. Tenía cuatro años cuando usó el lápiz.

“Jugábamos en la calle con los amiguitos del barrio, porque mi casa era muy pequeña y la calle venía a ser nuestro patio trasero. Cuando me cansaba entraba a la casa y dibujaba, por lo general mi inspiración era una linda casa con jardines que deseaba darle a mi madre cuando creciera”, recuerda.

Y así entre los juegos callejeros y los sueños de niño fue creciendo el artista que expresaba los cambios sociales de su medio en la ciudad de Medellín.

Empecé dibujando solamente, en blanco y negro. Y dibujaba el cuerpo humano también. Tengo un entrenamiento muy clásico de la universidad en que nos enseña la figura humana, la anatomía muy clásica pero cuando empecé a mostrar mi obra empecé a mostrar dibujos. Estamos hablando del 75.

Me impactaba mucho el trabajo de un artista colombiano Luis Caballero que usaba mucho la figura, y después cuando comencé a viajar por Europa, y fui a Roma y me encontré con nuestra fuente común: Caravaggio, un artista italiano muy importante para mí. Otro con el mismo estilo, es el francés Théodore Géricault. Asimismo, otro artista figurativo, el inglés Francis Bacon. Y me llama mucho la atención el trabajo de Rubens, y de Velázquez, obviamente.

Los dos maestros españoles que yo admiro son Velázquez y Goya, este último por el elemento político. Y su serie Caprichos.

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Nueva York: Imán de Artistas

En 1979, el joven artista Jorge Posada fue invitado a una exhibición, “Three Medias Three Artists” en la Paco Gallery de Nueva York, con todos los gastos pagados.

“Aquí expuse con otros artistas. Fue mi primera visita”, evoca el artista. “Y regresé a Colombia ya enamorado de Nueva York. La suerte me volvió a sonreír y me invitaron a otra exhibición en 1983”, añade.

Consultó con su esposa y le propuso ir a vivir a Nueva York o a Europa. Decidieron ir primero a Nueva York en un viaje de paso a Europa, para visitar a las muchas amistades que tenía.

“Me fui quedando e hice más contactos y todo iba tan bien que decidimos quedarnos en Nueva York”, agrega. “Vine con la intención de aprender porque ya en Colombia la vida se había convertido en una rutina y no había nada nuevo. Y aquí encontré un campo más fértil para mi arte”, remarca.

Posada destaca que el aprendizaje para un artista “comienza con sólo visitar el Museo Metropolitano de Arte, y continúa con el Museo de Arte Moderno (MOMA) y con el Guggenheim y sigue con el Whitney, y muchos otros”.

El Lienzo Me Dice lo Que Voy a Pintar

“La obra no la pinto yo. Esas formas y composiciones me son dictadas, señaladas por

invisibles entidades que están en el plano inmaterial del lienzo o el papel desde el

principio del tiempo”, dice el pintor en un párrafo de su manifiesto de artista.

Esa es parte del principio Zen del budismo, le comento.

Responde que no es budista, pero agrega que “a través de los años después de trabajar tanto tiempo, uno va alcanzando cierta forma de trabajo, de negociar con la obra. Personalmente yo escucho mucho a la obra y espero que la obra me diga cosas, también, cuál es el siguiente paso, porque muchas veces cuando uno está enfocado en lo que uno piensa, entonces surge una obra mucho más hermética y sea menos fluida”.

Posada muchas veces solo va a su estudio a mirar la obra que está trabajando.

“No vengo a pintar. Y miro y decido hay que ponerle un color equis o hay que eliminar este elemento o hay que añadir otro. Siempre estoy con ese diálogo con la obra”, comenta pausadamente.

Yo trabajo en serie y el número de pinturas por cada serie varía. Lo hago hasta que la serie ya no me dice nada, cuando no me emociona más, ahí paro. Tengo series de 20 obras, tengo otras series de 10 y todo depende. Siempre hay una motivación nueva.

www.jorgeposadaartist.com

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Publicado el 27 de Setiembre 2023

 

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