Atlanta
Pocos lugares reflejan mejor la extremada polarización de Estados Unidos que Georgia, un estado electoralmente partido por la mitad que será clave en las elecciones de medio mandato de mañana, en las que el presidente Joe Biden se juega el control del Congreso.
Biden ganó en 2020 a Donald Trump en este estado del sur por solo 11.000 votos, un resultado ajustado que fue utilizado por el republicano para alentar el bulo de un fraude electoral en el que muchos todavía creen.
Dos años después, el voto de los georgianos vuelve a ser crucial, dado que en sus manos está un escaño que puede decantar el Senado hacia una mayoría demócrata o republicana.
Los sondeos muestran una batalla muy ajustada entre el actual senador y reverendo bautista, el demócrata Raphael Warnock, y una exestrella de fútbol americano, el republicano antiabortista Herschel Walker.
“Tenemos planes para asegurarnos de que los puestos de votación sean seguros, con policías que evitarán que haya violencia ni amenazas”, dijo este lunes el alcalde de Atlanta, el demócrata y afroamericano Andre Dickens, en una reunión con periodistas internacionales, entre ellos EFE.
Dickens explicó que no se han registrado ataques contra las urnas de voto anticipado, pero sí amenazas contra funcionarios electorales.
“Queremos que los republicanos acepten el resultado de las elecciones y no ocurra lo que pasó con Trump”, añadió el alcalde de la denominada Capital del Sur.
UN ESTADO BISAGRA
Georgia, tierra natal de Martin Luther King y cuna del movimiento por los derechos civiles, es un estado con una economía vibrante que ha vivido una explosión demográfica en las últimas décadas.
Este incremento de población se debe básicamente al aumento de las minorías, la población afroamericana, por ejemplo, representa el 30 %, por encima de la media del país.
Es por ello que se ha despojado el estigma de ser un estado tradicionalmente republicano del sur para convertirse en un estado bisagra donde ambos partidos tienen posibilidades, contó Bernard Fraga, politólogo de la Universidad de Emory.
La cosa está tan igualada que hay posibilidades de que Warnock y Walker se disputen una segunda vuelta en enero al no alcanzar ninguno el 50 % necesario de los votos.
Si eso sucede, se alargará la incertidumbre de con qué Congreso contará Biden para la segunda parte de su mandato, que concluye en 2024.
LOS BOLSILLOS, UNA PRIORIDAD
El inquilino de la Casa Blanca no atraviesa por un buen momento de popularidad, en parte golpeado por la acuciante inflación en el país, que en septiembre fue del 8,2 %.
En Georgia, el aumento de precios es superior a la media nacional, algo que utilizan los republicanos a su favor.
El gobernador de Georgia, el republicano Brian Kemp, que busca su reelección mañana, prometió este lunes en una rueda de prensa una bajada de impuestos para afrontar la subida de precios.
“Tenemos la mayor inflación en 40 años y Joe Biden ha aumentado impuestos a nuestra gente. Estamos intentando usar el dinero para ayudarlas a luchar contra estas malas políticas”, aseveró.
Kemp se enfrentará de nuevo a las urnas contra la candidata demócrata y afroamericana Stacey Abrams, quien hace cuatro años atribuyó su derrota a las políticas que dificultan el voto para las minorías.
Al ser cuestionado por las dudas sobre el proceso electoral a raíz de las acusaciones de fraude de Trump, Kemp reviró: “Esa es una pregunta para Stacey Abrams, ella se ha dedicado a destruir la confianza en las elecciones durante diez años”.
LA DEMOCRACIA Y EL ABORTO, EN LA MIRA
El Congreso de Georgia, controlado por los republicanos, aprobó este año una legislación que ha aumentado la documentación necesaria para votar por correo, ha limitado los buzones electorales y prohíbe la entrega de agua o comida en los colegios electorales.
Para sus críticos se trata de una forma de limitar el acceso al voto de las minorías más desfavorecidas.
“¡Están atacando nuestro derecho al voto!”, exclamó este lunes Abrams en su acto de cierre de campaña en una cervecería de Atlanta, donde prometió blindar los derechos al voto y al aborto, restringido en el país por una sentencia del Tribunal Supremo.
En todo el país, los demócratas han usado la defensa de la democracia y de los derechos reproductivos para movilizar a sus votantes.
Arudel, un pastor que trabaja en una iglesia de un barrio afroamericano de Atlanta no duda en que a pesar de las dificultades la gente saldrá a votar: “Si no fuera así, Obama nunca habría ganado”.