El presidente Joe Biden viajará mañana a Nueva York en un momento en que esta y otras ciudades estadounidenses asisten a un recrudecimiento de la violencia armada desde hace dos años y que según el recuento de la web Gun Violence Archive se cobró 20.794 vidas en 2021, sin contar los suicidios.
Según la Casa Blanca, Biden trae un plan en el que ha prometido invertir 500 millones de dólares en refuerzo policial en las ciudades y en iniciativas como fomentar las actividades extraescolares para tener ocupada a la adolescencia, así como crear oportunidades económicas en los barrios más deprimidos.
El nuevo alcalde de Nueva York, Eric Adams, él mismo antiguo oficial de policía, ha hecho de la seguridad ciudadana su leit-motiv durante la campaña electoral del pasado año y durante el mes que ha estado al cargo; de forma simbólica, ha cerrado una gran parte la céntrica Quinta Avenida por dos veces en seis días, la última de ellas hoy, para celebrar casi “funerales de Estado” por dos policías muertos en un reciente tiroteo en Harlem.
El mismo día en que se produjo el tiroteo -el asesino era un reincidente con un cargado historial de tráfico de drogas y con una pistola en su poder adquirida ilegalmente-, Adams pidió públicamente ayuda al gobierno federal para frenar la circulación de miles de armas en este estado donde su venta es ilegal.
Y para no ser acusado de proteger a la policía en un momento sensible por la brutalidad a veces gratuita de los agentes, especialmente tras la muerte de Georges Floyd en mayo de 2020, Adams se refirió hace unas horas al último tiroteo de ayer en el barrio de Queens: “Lo he dicho una y mil veces, la proliferación de armas sirve para usarlas contra individuos en vaquero o en uniforme, a ellos (los agresores) no les importa”.
En 2021 la ciudad registró casi 500 muertes violentas, cifras récord en más de una década, pero esos récords también se batieron en Los Ángeles, Chicago y Filadelfia.
El plan de Biden no tiene que ver con una limitación a la compraventa de armas, un problema siempre delicado que Obam no pudo resolver y que Trump ni siquiera lo intentó, sino con la circulación ilegal de armas cortas entre estados y su uso por parte de pequeños delincuentes o por ajustes de cuentas personales.
LOS ÁNGELES NO RECORDABA UN AÑO TAN VIOLENTO
Los Ángeles, la segunda ciudad más poblada de Estados Unidos, no recordaba un año tan violento desde 2007. Así, 2021 cerró con 396 homicidios (42 más que en 2020) y una oleada de tiroteos entre bandas, robos masivos en negocios y accidentes de tráfico provocados por carreras ilegales.
A principios de este año, la ciudad se estremeció al conocer la muerte de Brianna Kupfer, una estudiante de arquitectura de 24 años que fue apuñalada en la tienda de muebles donde trabajaba como dependienta.
En la tarde del 13 de enero, la joven mensajeó a un amigo para decirle que había entrado un hombre que le daba “mala sensación”. Minutos después, otro cliente la encontró muerta en el establecimiento, ubicado en Hancock Park, uno de los mejores barrios de Los Ángeles.
El repunte de criminalidad ha llegado a los distritos que no estaban acostumbrados a lidiar con la violencia.
Beverly Hills despertó en la mañana del pasado 1 de diciembre con la muerte de Jacqueline Avant, esposa del productor Clarence Avant y suegra de Ted Sarandos, cofundador de Netflix, asesinada por un asaltante en su mansión privada.
Días después, un policía mataba de un disparo accidental a una chilena de 14 años que se refugiaba en el vestuario de una tienda de North Hollywood, en la que irrumpieron varios agentes persiguiendo a un sospechoso.
Y hace una semana, un tiroteo durante una fiesta de cumpleaños en Inglewood dejaba cuatro muertos, el mayor número de víctimas desde los años noventa según las autoridades del distrito.
A pesar de la crudeza de los casos, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, dijo en una rueda de prensa que “no hay motivos para alarmarse” ya que “la última década ha sido la más segura” en la historia de la ciudad.
Según el Departamento de Policía angelino, el crimen se ha reducido en un 65 % desde 1992, cuando se registraron 2.589 homicidios. Entonces, las drogas y las bandas callejeras asediaron Los Ángeles.
Es cierto que los años noventa fueron mucho más violentos, pero la sensación de inseguridad está ahora muy viva, tal vez amplificada por las redes sociales. Lo dijo la semana pasada en alcalde de Nueva York a la cadena de televisión NY1: “Estar seguro también es sentirse seguro, nadie quiere oír estadísticas si no se siente seguro”.