Louis Molina, de origen latinoamericano, será el segundo responsable de prisiones nombrado en los últimos seis meses.
El futuro alcalde de Nueva York, Eric Adams, que tomará posesión el 1 de enero, designó este jueves a Louis Molina como nuevo responsable de prisiones de la ciudad, en un momento en el que la ciudad atraviesa una crisis por culpa de la denostada cárcel de Rikers, donde han muerto catorce presos en lo que va de año.
Tras su nombramiento oficial, Adams le encargó la mejora de las condiciones en la prisión, que han sido muy criticadas por presos, organizaciones civiles y representantes políticos.
“Rikers Island ha sido una vergüenza nacional y la hemos ignorado”, dijo Adams, citado por el The New York Times, antes de subrayar que los cambios deben ser inmediatos.
El futuro regidor insistió en que la ciudad necesita un “director del Departamento de Prisiones que proporcione condiciones humanas a los presos; reduzca las tasas de reincidencia; apoye a nuestros funcionarios de prisiones y haga que el departamento deje de ser un sistema punitivo de puerta giratoria y pase a ser un sistema de rehabilitación integral”.
Molina, de origen latinoamericano, será el segundo responsable de prisiones nombrado en los últimos seis meses.
Este es también la segunda designación que oficializa Adams antes de asumir la alcaldía, después del nombramiento, esta semana, de Keechant Sewell al frente de la policía de la urbe.
Sewell se convierte en la primera mujer que dirigirá el cuerpo de la policía de la ciudad, el mayor del país.
El pasado septiembre se desató una oleada de críticas contra la situación de la cárcel de Rikers después de conocerse la muerte de un nuevo recluso, lo que elevaba a once el total de presos muertos en esa prisión hasta el momento.
Congresistas encabezados por la demócrata progresista Alexandria Ocasio-Cortez o la fiscal del estado de Nueva York, Letitia James, mostraron su preocupación por las condiciones en las que viven los presos y el aumento de la violencia, entre otras cuestiones.
“Durante años, Rikers ha estado plagada de disfunciones, negligencias y violencia; y está claro que hemos llegado a un momento crítico. Estas condiciones han causado un número devastador y sin precedentes de muertes, y se necesita actuar urgentemente”, dijo James en un comunicado difundido entonces tras una visita a las instalaciones de la cárcel, situada en el barrio neoyorquino de Queens.
Las autoridades de la ciudad y estatales han promovido varias medidas para intentar poner solución a la situación y, en última instancia, cerrar la cárcel, que alberga en torno a 6.000 reclusos.